Medicina tibetana
La medicina tibetana es un sistema holístico que respeta la profunda interconexión entre cuerpo, mente y medioambiente externo. Se deben abordar cada uno de estos ámbitos para llevar una vida armoniosa y sana.
La medicina tibetana fue enseñada por primera vez por el Buda histórico — el Buda Shakyamuni- hace unos 2500 años en el tercer giro de la rueda del Darma. Es uno de los sistemas médicos más antiguos del mundo y sus principios aún hoy siguen siendo tan ciertos y relevantes como siempre. De hecho, la medicina tibetana tiene mucho que ofrecernos en el mundo moderno con su comprensión de las emociones y de cómo afectan a nuestros sistemas corporales de formas muy reales.
Elementos externos, internos y secretos.
Explicaremos aquí brevemente cómo es la profunda interrelación de cuerpo, mente y medioambiente. En primer lugar, tenemos que saber un poco sobre los elementos. El punto de vista tibetano es que todos los fenómenos de la existencia se componen de los cinco elementos de espacio, viento, fuego, agua y tierra. El medioambiente externo se compone de ellos, así como nuestro cuerpo y las cualidades de nuestra mente. Los elementos son cualidades energéticas particulares que, en sus estados más densos, también asumen sus formas conocidas. El viento tiene la cualidad de movimiento. El fuego tiene la cualidad de calor y de transformación. El agua tiene la cualidad de fluidez y cohesión. La tierra tiene la cualidad de solidez y estabilidad. Y el espacio es el equilibrio de los otros cuatro elementos. Es responsable de crear separación — espacio — entre las cosas.
Los elementos externos son nuestro medioambiente externo. Este es la tierra, los ríos, los vientos, etc. con los que estamos familiarizados, así como la atmósfera. El aire que respiramos contiene los cinco elementos, y su equilibrio cambia en un ciclo de 24 horas, lo que a su vez afecta a la calidad de nuestra respiración.
Los elementos internos son la composición de nuestro cuerpo. Básicamente, el elemento tierra son nuestros músculos y huesos. El elemento agua son los líquidos de nuestro cuerpo. El elemento fuego es nuestra temperatura interior, nuestro metabolismo y el catalizador de reacciones químicas. El elemento viento es la respiración, la descarga de las neuronas y el flujo de pensamientos. Y el espacio es lo que lo mantiene todo en su propio lugar, permite la apertura entre las células, así como la oquedad de los intestinos y demás. En la medicina tibetana la composición del cuerpo se describe con más detalle como los siete constituyentes. Estos son: nutrientes, sangre, carne, grasa, hueso, médula ósea y esencia.
Los elementos secretos son las características de nuestra mente. Existen 80 emociones diferentes, pero para simplificar, podemos decir que las emociones negativas se resumen en estas cinco: ego-orgullo, apego, enfado, celos-envidia e ignorancia. Lo que causa estas emociones es un estado impuro de los cinco elementos, tierra, agua, fuego, viento y espacio respectivamente. Cuando los elementos están purificados y equilibrados, estas emociones se vuelven más puras y se manifiestan como devoción y calma, altruísmo y desinterés, paciencia y compasión, aprecio y amor, y generosidad y ecuanimidad.
Los tres humores
La medicina tibetana trata mucho más directamente con los denominados tres humores — bilis (tripa), viento (lung) y flema (beken). Estos son las sustancias vitales del cuerpo y colectivamente son responsables de todas las funciones corporales. Los tres humores entrelazan sin fisuras el nivel físico, burdo, del cuerpo con el nivel mental, sutil.
Los humores, como todas las cosas, se componen de los elementos. La bilis es el elemento fuego, el viento es el elemento viento y la flema son los elementos tierra y agua. Existen cinco tipos de cada humor, cada uno con una localización y función específica. Cuando estos humores se desequilibran en relación con los demás, tanto en defecto como en exceso, empieza a aparecer la enfermedad.
Los tres humores son lo que permite que funcione nuestro cuerpo, pero puesto que se desequilibran tan fácilmente, también portan la semilla de la enfermedad dentro de nuestro cuerpo. Por este motivo, en la medicina tibetana decimos que todos tenemos enfermedades no manifiestas en nuestro interior. Tan pronto como se dan la causa y la condición, se manifiesta la enfermedad.
Los tres humores también están conectados con los tres venenos mentales. Cuando la bilis se desequilibra produce enfado. Cuando el viento se desequilibra produce apego. Cuando la flema se desequilibra produce ignorancia, o engaños. Por este motivo, los desequilibrios de la mente y de las emociones producen directamente desequilibrios en los sistemas corporales. Las emociones negativas producen enfermedad.
Por lo tanto, sanar el cuerpo también significa sanar la mente. Si alguien siempre está enfadado, no importa lo que hagamos para tratar el hígado, si el enfado no se trata, el hígado continuará sufriendo.
Por eso en la medicina tibetana decimos que cualquier cosa beneficiosa es medicina, y cualquier cosa que produzca sufrimiento es enfermedad. La salud del cuerpo depende de la mente, así que es importante que cuidemos nuestra felicidad. Cuando somos ignorantes seguimos creando problemas para nosotros y para los demás. Perpetuamos el ciclo de sufrimiento y enfermamos. Necesitamos sabiduría. La sabiduría nos dice cómo cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente. La sabiduría última es el amor.
Por supuesto, hay mucho más en la medicina tibetana. Los textos primarios de la medicina tibetana se denominan «Los Cuatro Tantras». Estos son el Tantra Raíz, el Tantra Explicatorio, el Tantra de la Transmisión Oral y el Tantra Final. Estos tantras entran en gran detalle sobre el funcionamiento del cuerpo, el diagnóstico de la enfermedad mediante el pulso y el análisis de la orina, el tratamiento de la enfermedad mediante medicinas herbales y modalidades específicas como la moxibustión y las ventosas.